"Costuras que no se ven" nace del impacto primero, del instante en que algo dentro o fuera se rompe y obliga a mirar.

De esa mirada que no reconstruye de inmediato, pero que empieza a unir, aunque sea apenas con hilos invisibles.

Esta obra no representa la DANA directamente: expresa su eco emocional. Fragmentos de azul, naranja y blanco atraviesan la superficie como muros agrietados, como pieles rotas por la tormenta. Las líneas verticales parecen querer sostenerse, pero también rendirse al temblor. Aquí no hay calma, pero sí un deseo: que el caos pueda transformarse en tejido.

Pintada a mano con acrílicos sobre algodón, fue creada con espátula, pincel y trazos libres, dejando que el azar de la forma recoja la emoción bruta. Cada línea es una costura tentativa, un intento de juntar lo roto sin ocultar la fractura. En Teixir Bambú, como en esta pieza, la belleza no nace de la perfección, sino del valor de mirar y empezar a unir, aun sin saber cómo.

La mirada no pidió permiso.
Entró.
Y al romper el silencio,
lo volvió costura.

"Costuras que no se ven" es una reflexión sobre los primeros gestos que inician el cuidado.
Sobre la necesidad de mirar lo roto no para olvidarlo, sino para aprender a tejerlo de otra forma, más humana, más consciente, más viva.