"Cuando el agua rompió los mapas" nace del gesto de pérdida que dejó la DANA, pero también del impulso de reconstrucción que brota cuando se acepta mirar el daño de frente.

Esta obra no describe un territorio arrasado: sugiere la desorientación primera, ese instante en que ya no sirven las rutas antiguas. El azul diluido, el rojo disperso y el blanco rasgado se entremezclan como corrientes imprevisibles. No hay trazado claro, pero sí un ritmo subterráneo que invita a inventar nuevas sendas.

Pintada a mano con acrílicos sobre algodón, fue creada con espátula, aguadas libres y brochazos rápidos, dejando que el agua también sea parte del lenguaje visual. Como en Teixir Bambú, aquí la fractura no se oculta: se convierte en origen. La mirada no busca encontrar lo mismo, sino aceptar que el territorio ahora necesita ser sentido más que medido.

A veces perderse
es la única manera
de volver a habitar
de verdad.

"Cuando el agua rompió los mapas" es una reflexión sobre la renuncia a las seguridades que ya no existen.
Sobre cómo la memoria de lo roto puede abrir espacios nuevos donde antes sólo había fronteras.