"La mirada que quebró el cielo" nace de esa primera fractura interna que sucede cuando mirar ya no permite el refugio del olvido.

Esta obra no recrea el paisaje tras la tormenta, sino el impacto íntimo de esa primera mirada al daño. Trazos violentos en azul oscuro, cortes de rojo profundo y huellas negras se entrecruzan en la superficie como relámpagos detenidos. La estructura no se organiza: explota. No hay contornos definidos: hay herida abierta.

Pintada a mano con acrílicos sobre algodón, fue construida con espátula afilada y pincel rasgado, dejando que cada gesto conserve la fuerza bruta del primer impacto. En Teixir Bambú, ese acto de mirar no es un final: es la primera costura. Porque no se puede tejer nada si antes no se rompe el silencio de la mirada.

Hubo un relámpago
que no vino del cielo,
sino de mis ojos.
Y desde entonces,
no quise mirar igual.

"La mirada que quebró el cielo" es una reflexión sobre el instante de ruptura que precede a toda posibilidad de tejido.  Sobre cómo, a veces, mirar sin velos no consuela, pero es el único acto capaz de abrir un territorio nuevo.