Lugar que espera no es un territorio definido, sino una zona emocional abierta, un espacio que no se reconoce por sus límites, sino por lo que deja pasar.

Dentro de la serie Territoris per Teixir, esta obra se presenta como un mapa incompleto, un paisaje que aún guarda huellas de lo que lo rompió. El azul profundo, el ocre y el rojo aparecen como estratos de memoria, capas de lo que se sostuvo y de lo que colapsó. Las líneas negras, imprecisas, sugieren caminos, estructuras o muros que ya no dividen, sino que marcan dónde comenzar a reconstruir.

Pintada a mano con acrílicos sobre algodón, fue creada con espátula y pincel en gesto libre. Cada trazo guarda el eco de una fractura, pero también la voluntad de rehacer desde lo común. En el contexto de Teixir Bambú, esta pieza dialoga directamente con los efectos de la DANA, con esos pueblos donde la tierra se agrietó, las calles se vaciaron y las redes humanas se tensaron. Allí donde parecía no haber nada, florece la posibilidad de un tejido nuevo.

Hay caminos que no pisan los pies,
sino las manos que reconstruyen.
Y tierras que no se siembran,
pero que esperan ser abrazadas con hilos.

Lugar que espera es un homenaje a los territorios que la tormenta dejó en pausa, y a quienes, con arte, memoria y ternura, se atreven a hilarlos de nuevo.